Comencemos con la esencia interna de la adoración y luego vayamos a las expresiones más públicas de los servicios de adoración o los actos diarios de amor, que Pablo llama nuestra «adoración espiritual» (Romanos 12:1).
¿Qué es la Adoracion a Dios?
«La verdadera adoracion es valorar o atesorar a Dios sobre todas las cosas».
La razón por la que hago la distinción entre la esencia interna de la adoración y la expresión externa de la misma es porque creo que Jesús lo hizo en Mateo 15:8-9: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí; en vano me adora.»
Para Jesús, esta adoración equivale a cero. Eso es lo que significa «vano». «En vano me adoran». Cero. No es adoración. Es una adoración nula. Es cero si no hay una dimensión de corazón en ella. Por lo tanto, puedes hacer todas las obras que quieras e ir a todos los servicios de la iglesia que quieras y nunca estarás adorando si todo es externo y nada está sucediendo en tu corazón hacia Dios. Toda adoración verdadera es en esencia un asunto del corazón. Es más, pero no es menos.
Es posible que estés comenzando como un líder de adoración o piensas que
Dios quiere que seas uno. Tal vez has estado en el ministerio de música por décadas y te sientes un poco cansado. Quizá seas parte de un grupo de música o de un comité que planifica la alabanza. Tal vez eres un pastor y quieres entender más claramente cómo debería ser la adoración en tu iglesia. O, tal vez eres la clase de persona que quiere involucrarse con cualquier cosa que alimente su amor por Dios.
Cualquiera sea tu situación, la adoracion a Dios es importante. Es importante porque Él es digno de toda adoración. Es importante para nosotros porque adorar a Dios es la razón para la cual fuimos creados. Y es importante para cada líder de adoración, porque no hay privilegio más grande que guiar a otros a encontrarse con la grandeza de Dios. Por esta razón es tan importante pensar cuidadosamente acerca de lo que hacemos y por qué lo hacemos.
¿Cuál es el desafío más grande que enfrentas como líder de adoración?
Tal vez pienses que se trata de decidir qué canciones cantar, cómo llevarte bien con tu pastor, recibir las reacciones de los miembros de tu iglesia o dirigir a un grupo desorganizado e independiente de músicos. Pues no. Tu desafío más grande es lo que tú mismo traes a la plataforma cada domingo.
Tu corazón.
Seguro has escuchado o experimentado las “guerras de adoración”. Son estos conflictos que se originan por diferencias sobre estilos musicales, la selección de canciones y, tal vez el mayor ofensor, la batería. Pero los conflictos que se generan dentro de nosotros son mucho más significativos Todo el tiempo nos enfrentamos a una feroz batalla interna con respecto a lo que más amamos: sea Dios, o sea alguna otra cosa.
Cada vez que amamos o servimos a alguna otra cosa en lugar de Dios, estamos cayendo en idolatría. Nosotros amamos a nuestros ídolos porque pensamos que ellos nos proporcionarán el gozo que viene de Dios solamente. Pensamos que ellos llenarán nuestras necesidades. Pensamos que son dignos de nuestra adoración.
Por supuesto, estamos equivocados. A través de la Escritura, la idolatría es la trampa más grande que enfrenta el pueblo de Dios. Él aborrece que vayamos detrás de otros dioses, que en verdad no son dioses. Los ídolos nos esclavizan y nos avergüenzan (Isa. 45:16; Sal. 106:36). El apóstol Juan advirtió a sus lectores y a nosotros, “Hijos, aléjense de los ídolos” (1 Jn. 5:21). Los ídolos no tienen poder para ayudarnos, y terminan haciéndonos a su propia imagen (Sal. 115:8).
Igual que David, debemos aborrecer a los ídolos y a quienes los adoran (Sal. 31:6). Sin embargo, con demasiada frecuencia, nosotros mismos somos idólatras.
Cuando alguno de nosotros escucha la palabra idolatría, nos imaginamos a tribus de hombres primitivos inclinándose ante estatuas de madera, metal o piedra.
O, pensamos en países como India donde los templos hinduistas están por todos lados. Pero, la adoración de ídolos es un rito cotidiano en nuestros países también. Solo que es más sutil, y por consiguiente más peligroso.
Los ídolos están a nuestro alrededor. ¿Los notas? Vienen en diversas formas y tamaños: comodidades materiales, seguridad económica y placeres
sensuales, entre otros.
Los músicos tienen sus propios ídolos: Nuevos equipos, artefactos electrónicos, vestir a la moda. Los ídolos más poderosos son los que no podemos ver. Cosas como la reputación, el poder y el control.
Teologia y Doctrina
¿Dónde encontramos un conocimiento correcto acerca de Dios? En la verdad revelada de la Escritura. Un líder de adoración que apenas conoce la Biblia no puede ser un líder de adoración fiel. Aquí vienen dos palabras con las cuales muchos cristianos se sienten incómodos: teología y doctrina.
Aunque no sean muy populares, la adoración bíblica es imposible sin ellas.
Teología significa literalmente “el estudio de Dios”. Incluye nuestro concepto de Dios como resultado de ese estudio (o como falta de ese estudio).
Por tanto, todo cristiano es un teólogo. La pregunta es, ¿soy un buen teólogo o soy uno malo? Somos buenos teólogos si lo que decimos y pensamos acerca de Dios coincide con lo que la Escritura dice y afirma.
Somos malos teólogos si nuestra noción acerca de Dios es vaga, no bíblica, distorsionada o basada en nuestras propias opiniones. Doctrina significa “lo que se enseña”. La doctrina es todo lo que la Biblia enseña sobre un asunto en particular, tal como la adoración, o la santidad, o la iglesia, o los dones espirituales. Pablo le dijo a Tito que un líder en la iglesia “Debe retener la palabra fiel que es conforme a la enseñanza, para que sea capaz también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen” (Tito 1:9).
El estudio de la doctrina no se opone al estudio de la Biblia; es estudiar la
Biblia. Es la manera en que descubrimos cómo es Dios, qué quiere que creamos, cómo quiere que lo adoremos. Esto significa que necesitamos leer.
Necesitamos estudiar. Estaremos aprendiendo acerca de Dios durante el resto de nuestras vidas.
Que hace un lider de adoración?
Es cada vez menos común encontrar una iglesia que no tenga un líder de adoración. Si tan solo hace unas décadas (¡o menos!) los tiempos de música en la iglesia eran dirigidos por algún diácono o pastor que tal vez no supiera mucha música, pero podía entonar lo suficiente como para guiar a la audiencia y decir: “Abran sus himnarios en el himno n° 288”, listo para que alguien presionara play y sonara la pista.
La influencia de los líderes de adoración ha sido amplia y a menudo beneficiosa. Han hecho que nos demos cuenta de la importancia de alabar a Dios y nos involucremos profundamente con Él cuando cantamos. Las iglesia alrededor del mundo están interpretando cantos nuevos que expresan un deseo de exaltar a Cristo. Muchos cristianos, por primera vez en su vida, han comenzado a verse a sí mismos como adoradores.
Los líderes de adoración a Dios son una parte de una larga fila de liderazgo musical en la iglesia. Directores de canto, directores de coro, acompañantes, solistas, directores de música, líderes de canto, conductores y organistas, todos han tenido un rol con diferentes niveles de éxito. Las iglesias han tratado todo, desde un canto a capela a una sola guitarra hasta una orquesta completa con coros de doscientas voces. No siempre ha sido impresionante, pero hemos recorrido un largo camino.
Mientras he pensado y estudiado acerca del rol como líder de adoración, me
han surgido algunas preguntas. Me pregunto si los líderes de adoración no han llegado a ser muy importantes. “Para muchos jóvenes que están decidiendo a qué iglesia asistir”, escribe Gordon MacDonald, “los líderes de adoración se han convertido en un factor más importante que los predicadores. La predicación mediocre puede tolerarse, pero un líder de adoración incapaz puede hundir las cosas rápidamente”
La música en la iglesia es importante. Ahora, ¿es más importante que la
enseñanza bíblica sólida de la adoracion a Dios nos ayuda a crecer en el conocimiento de Dios y en la obediencia a Su Palabra? En una palabra, no. Entonces,
¿Qué tan importantes son los líderes de adoración? Y, ¿Qué deberían estar haciendo?
Estas preguntas no son tan fáciles de contestar. Primero, es difícil encontrar en la tarde Biblia un rol evidente del líder de adoración, especialmente en el Nuevo Testamento. Eso solamente debería detenernos.
Podemos deducir algunos principios importantes de los levitas del Antiguo Testamento como Asaf, Hemán, Jedutún y otros que guiaban en el ministerio de la música en el tabernáculo y el templo (1 Crón. 16:1-7,37-42; 25:1-8).
Pero no podemos trasladar todo lo que ellos hacían entonces a lo que hacemos ahora. Ellos anunciaban al Perfecto Sacerdote que había de venir, Jesucristo, quien cumplió con todo aquello a lo que Su ministerio apuntaba (Heb. 9:23-28). Ellos adoraban a Dios en un templo físico, mientras nosotros adoramos a través del templo perfecto de Jesucristo y nosotros mismos somos un templo donde habita la presencia de Dios (Juan 4:23-24; Mat. 12:6; Ef. 2:21).
Ellos fueron específicamente designados por Dios para guiar a la nación de Israel, mientras que toda la iglesia es un “real sacerdocio” (1 Ped. 2:9). Los salmos hablan bastante sobre el contenido de la adoración en comunidad, pero no son claros en cuanto a cómo dirigir esta adoración, más allá de decir que incluye instrumentos. Y algunas personas cuestionan si todavía esto se aplica. Segundo, el líder de adoración más importante es Jesús. Él nos revela a Dios, y a través de Su sacrificio perfecto provee el único camino hacia la presencia del Padre (1 Tim. 2:5; Heb. 10:19-22).
No podemos hacer lo que solo Jesús puede. Pero en una cultura obsesionada con la experiencia y las expresiones musicales, puede que esperemos erróneamente que los líderes de adoración nos guíen o nos abran paso hacia la presencia de Dios; que de alguna forma hagan visible a Dios. Las personas pueden comenzar a pensar de nosotros como “sumos sacerdotes de la música”, que acercan a Dios a través de su “unción” musical.
Tercero, el término líder puede malinterpretarse. Puede comunicar que el único tiempo damos adoracion a Dios es cuando un músico nos está dirigiendo. O que la adoración es lo mismo que cantar. O que Dios nos manda a que tengamos líderes de adoración.
Nada de esto es verdad. A todo el que anima a otros a adorar a Dios se lo puede llamar “líder de adoración”. La adoración puede incluir música, pero puede darse sin ella. Y mientras aspectos del rol del líder de adoración se infieren de la Escritura, no hay requisitos para tener uno. Un pastor o un
grupo de personas pueden servir juntos para lograr estas metas tan bien como, si no mejor que, una sola persona.
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