Descansa en la soberania de Dios, suena tan fácil. Sin embargo, nada significa más para nuestro Padre celestial que cuando entregamos nuestras vidas por completo a Él y elegimos creer que tiene lo mejor en mente para nosotros.
David modeló ese tipo de dependencia deliberada: como un pastorcillo, como un hombre que corre por su vida, como un rey que cometió graves errores. Tanto en el triunfo como en el fracaso, David miró a Dios más que a sí mismo.
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