Edad de Oportunidad Paul Tripp sabe lo que es pasar por algo difícil como una enfermedad abrupta y dolorosa, y escribe este libro para los que compartan las experiencias dolorosas con él.
El sufrimiento nunca es abstracto, teórico o impersonal. Es algo real, tangible, personal y específico. La Biblia nunca presenta el sufrimiento como una idea o concepto, sino lo pone ante nosotros como un drama de sangre y entrañas de experiencias de humanas reales.
Pues, expone las trampas que el temor, la envidia, la duda, y el desánimo nos causan para alejarnos de la verdad de la Palabra en la cual encontramos el consuelo en la gracia de Dios.
Su presencia, Su Soberanía, Su propósito en medio de Su pueblo nos abrigan para que podamos, aún en medio del sufrimiento, tener un corazón de reposo en la redención de Cristo.
Nos consuela sabiendo que no hay valle de sufrimiento más profundo que la gracia en Jesús no sea más profunda.
Está por todos lados a nuestro alrededor – en las comedias de televisión, en las revistas del mostrador del supermercado, en los anaqueles de la librería local, en los programas televisivos y radiales de entrevistas, y por supuesto, aun en un número de libros cristianos sobre la familia.
Los padres están temeroso por sus adolescentes. Aun al estar disfrutando los primeros años de la infancia, miran son sus hombros con pavor, esperando lo peor, sabiendo que en unos cuantos años este pequeño precioso se convertirá en un monstruo de la noche a la mañana. Han escuchado suficientes historias de padres que han atravesado el valle oscuro de los años de la adolescencia, como para saber los peligros que les aguardan más adelante.
Les dicen que esperen lo peor y que estén agradecidos si salen del valle sanos, con sus adolescentes vivos y sus familias intactas.
Recientemente encontré en una conferencia de matrimonios esta perspectiva de los años de la adolescencia. Había sido un gran fin de semana en todos los sentidos. La enseñanza había sido atractiva, persuasiva y edificante.
La comida y las instalaciones habían sido espléndidas, y la conferencia se había desarrollado en un local junto al mar. Casi al final del fin de semana, estaba mirando el sol brillando sobre las aguas de la bahía cuando noté a una pareja que estaba sentada cerca. Se veían muy descontentos.
Sentí curiosidad, así que les pregunté si habían disfrutado el fin de semana. Todo ha estado fabuloso, me respondieron. Comenté que no se veían muy felices. La mujer respondió, “tenemos dos adolescentes y tenemos pavor de regresar a casa.
¡Desearíamos que este fin de semana durara para siempre!” El
esposo agregó, “Tienes que tener la expectativa de que tu adolescente será rebelde; todos nosotros lo fuimos”. “Simplemente tienes que luchar con eso”. Ella lamentó “Además, ¡no puedes argüir con las hormonas!”
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