A la hora de lidiar con asuntos prácticos concernientes a la adoración, debemos reconocer que existe el peligro de extraviarnos por causa de dos enemigos mortales del Principio regulativo de la adoración: el Subjetivismo y el Pragmatismo.
El subjetivismo toma al hombre y a sus experiencias como la base del conocimiento humano; lo que yo siento, lo que me agrada, lo que me gusta, aquello para lo cual me inclino, eso es lo que está bien. El sujeto es la base del conocimiento.
En el subjetivismo no existe autoridad alguna fuera de nosotros mismos, ni siquiera la voluntad de Dios expresada en su Palabra.
Debemos decir, con tristeza, que el subjetivismo tiene una influencia cada vez mayor en la iglesia contemporánea, sobre todo en lo que respecta en la alabanza a Dios en un culto público.
Cada vez es más ampliamente aceptado el pensamiento, la idea, de que la música es moralmente neutra, que lo importante es lo que se canta, la letra, que la música no tiene importancia porque la música es moralmente neutra; por lo tanto, la alabanza en nuestros cultos de adoración dependerá básicamente de nuestros gustos, o de nuestras preferencias personales, o de nuestra cultura alrededor.
Por eso, si alguien tiene la osadía de levantar su voz en contra de cierto tipo de alabanza en la iglesia, muchas personas cerrarán sus oídos y no escucharán ninguno de sus argumentos, porque ya está presuponiendo, de plano, que esta persona está tratando de imponer sus gustos personales en el culto de adoración.
La música y el canto en el culto congregacional
Esa es su referencia, yo tengo la mía propia.Y ciertamente es posible que una persona sea movida subjetivamente a oponerse a ciertas cosas porque simplemente no van de acuerdo con sus gustos o preferencias personales, eso es posible.
Pero así como debemos cuidarnos de ser subjetivos, también debemos cuidarnos de acusar a otros falsamente de subjetividad.
No debemos presuponer sin haber oído y ponderado sus argumentos; no debemos suponer que si alguien se opone a cierto tipo de alabanza en la iglesia, por ejemplo, está descansando subjetivamente en sus gustos o preferencias culturales.
Puede ser que esa persona tenga alguna razón, pero si partimos de la premisa que está tratando de meternos en una camisa de fuerza e imponernos sus gustos, entonces nosotros ya no vamos a considerar sus argumentos.
En este libro se analizará, a la Luz de la Palabra, los principios que deben guiar a toda iglesia bíblica para escoger sus cantos, para saber qué tipo de música instrumental es la más apropiada para acompañar los himnos, qué es la adoración, cuál es el principio regulativo de la adoración y cómo este regula a la música que cantamos en el culto de adoración.
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