USTED SE ENAMORARÁ de este libro, ya sea el primero o el número cincuenta sobre liderazgo en su colección, porque podrá aplicar de inmediato los principios y procesos transformadores en su vida personal, familiar o laboral. No encontrará teorías abstractas en este libro.
Está lleno de principios bíblicos constantes, respaldados por las experiencias del mundo real de John Maxwell y de muchas otras personas de las que escribe. Las 21 leyes indiscutibles del liderazgo son una declaración potente y concluyente de las leyes eternas que simplemente debe seguir si desea ser un líder excepcional, ya sea en casa, en el trabajo, en la iglesia o en cualquier lugar donde se le llame a liderar.
En cada capítulo, John aborda directamente el núcleo de una ley fundamental del liderazgo, mostrándole, a través de los éxitos y fracasos de otros individuos, cómo puede aplicar la ley en su vida. Y puede aplicar cada una de las leyes. Si es un aprendiz entusiasta, puede aprender las 21 leyes y ponerlas en práctica. ¡Qué tesoro invaluable nos brinda John Maxwell, la autoridad en liderazgo, al condensar todo lo que ha aprendido sobre el tema en un formato tan accesible!
Antes de comenzar
Al comenzar a aplicar estas leyes del liderazgo, notará cómo los líderes a su alrededor implementan (o incumplen) la Ley de E. F. Hutton, la Ley del Gran Impulso y las demás. Recomiendo sinceramente Las 21 leyes indiscutibles del liderazgo.
Es útil y fácil de leer, pero a la vez profundo y claro. Está lleno de esperanza, orientación, estímulo y procedimientos específicos. Se basa en principios y proporciona instrucciones concretas y bien definidas que ofrecen al aprendiz comprometido las herramientas necesarias para desempeñar su rol de liderazgo.
Si es nuevo en el liderazgo, este libro impulsar Cada persona puede hacer uso de sus derechos según la ley en su carrera como líder. Si ya es un líder experimentado y consolidado, este libro lo convertirá en un líder aún mejor. Es un excelente libro, realmente bueno.
En Las 21 leyes irrefutables del liderazgo, John C. Maxwell reunió su amplia experiencia y conocimiento ganados a lo largo de cuatro décadas de liderazgo exitoso y fracasos, con observaciones en el ámbito de los negocios, la política, los deportes, la religión y la guerra. Esta edición revisada de su popular libro, que ha vendido más de un millón de ejemplares en inglés y según la lista del New York Times, contiene algunos de los tópicos más sobresalientes.
Cada capítulo ha sido revisado.
Se han introducido dos nuevos capítulos: «La ley de sumar» como reemplazo de «La ley de E. F. Hutton» y «La ley del futuro» como reemplazo de «La ley de la reproducción». Se han agregado 17 historias nuevas, 6 capítulos han sido corregidos en un 50%, 5 capítulos han sido corregidos en un 75%. Cada capítulo incluye secciones de aplicación práctica y hay una evaluación de liderazgo.
Algunas de las leyes que se encuentra en este libro son:
Ley de la Influencia
SI USTED NO POSEE INFLUENCIA, nunca logrará liderar a otros. Entonces, ¿Cómo se mide la influencia?
La siguiente anécdota responde a esta pregunta. A finales del verano de 1997, dos eventos extraordinarios ocurrieron en menos de una semana, impactando al mundo: el fallecimiento de la princesa Diana y de la Madre Teresa de Calcuta.
A simple vista, ambas mujeres parecían ser completamente distintas. Una era una esbelta, joven y encantadora princesa británica que se movía en los círculos más elitistas. La otra, ganadora del Premio Nobel de la Paz, era una pequeña y anciana monja católica originaria de Albania, que atendía a los más necesitados en Calcuta, India.
Lo sorprendente es que ambas generaron un impacto muy similar. De acuerdo con los resultados de una encuesta publicada por el Daily Mail de Londres, la princesa Diana y la Madre Teresa obtuvieron el primer y segundo puesto, respectivamente, como las personas más humanitarias del mundo.
Esto no ocurre a menos que se tenga una gran influencia. ¿Cómo alguien como Diana pudo ser considerada al mismo nivel que la Madre Teresa? Ella demostraba el poder de la Ley de la Influencia.
Ley del Proceso
Casi trescientos esclavos y muchos abolicionistas de Nueva Inglaterra respetaron el liderazgo de Harriet Tubman cuando luchó por la libertad fuera del sur en 1857. Esta mujer fue admirada y respetada por muchos. Anne Scheiber tenía 101 años al momento de su fallecimiento en enero de 1995. Vivía en un pequeño y descuidado apartamento alquilado en Manhattan, con paredes desconchadas y estantes llenos de polvo. Su renta mensual era de $400.00.
Ella recibía una modesta pensión mensual desde 1943, cuando fue retirada de su trabajo como auditora en IRS, a pesar de su destacado desempeño y título en derecho. La agencia no actuó correctamente con ella y nunca fue ascendida.
Al jubilarse a los 51 años, solo estaba ganando $3.150 al año. Benjamin Clark, quien conocía a la persona en cuestión mejor que nadie, afirmó que fue tratada con gran desigualdad. Manifestó que tuvo que lidiar con el problema por sí misma, sin ayuda. Fue una lucha tremenda».
Anne Scheiber era un ejemplo de ahorro. No gastaba dinero en ella misma.
No compraba muebles nuevos cuando los que tenía se desgastaba. No había tenido éxito en esta área. Para ser más exactos, la organización no había tratado apropiadamente con ella. Ni siquiera se suscribía a un periódico. Una vez por semana iba a la biblioteca pública para leer el Wall Street Journal.
Ley del Respecto
Un reciente sondeo llevado a cabo por el diario londinense Daily Mail arrojó como resultado que la princesa Diana y la Madre Teresa son las figuras más destacadas en cuanto a su entrega humanitaria. No era una mujer con un aspecto muy impactante: medía poco más de 5 pies, rondaba los cuarenta años y su piel era morena y curtida.
No sabía leer ni escribir. Vestía ropa tosca y gastada. Cuando sonreía, la gente podía notar que le faltaban los dos dientes frontales superiores.
Vivía sola. Había abandonado a su esposo a los veintinueve años.
Se marchó sin previo aviso. Un día, él despertó y ella ya no estaba. Después de varios años, habló con él solo una vez más y desde entonces nunca volvió a mencionar su nombre.
El empleo de esta mujer era esporádico. La mayor parte del tiempo, aceptaba trabajos domésticos en hoteles pequeños: fregando suelos, arreglando habitaciones y cocinando. Pero casi todos los otoños y primaveras desaparecía de su empleo, volvía sin un centavo y trabajaba de nuevo para reunir poco a poco el dinero que pudiera ahorrar.
Cuando estaba en su trabajo, se esforzaba y parecía fuerte físicamente, pero se sabe que también había momentos en los que repentinamente se quedaba dormida, a veces en medio de una conversación. Atribuía su padecimiento a un golpe en la cabeza recibido en una pelea durante su adolescencia.
¿Quién hubiera respetado a una mujer así? La respuesta es más de trescientos esclavos que la siguieron hacia la libertad fuera del sur, reconociendo y respetando su liderazgo.
También casi todos los abolicionistas de Nueva Inglaterra. Era el año 1857. El nombre de la mujer era Harriet Tubman.
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