
La palabra «evangelio» quiere decir «buenas nuevas». El hecho central de estas buenas
nuevas lo dio Pedro en el día de Pentecostés: «A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos
nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, y habiendo recibido del Padre el
Espíritu Santo prometido, ha derramado esto que ustedes ahora ven y oyen. David no subió
al cielo, y sin embargo declaró: “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que
ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”» Hechos 2:32-35.
Son buenas noticias no solo el hecho de que Jesús resucitó de los muertos, sino que
también está a la diestra de Dios el Padre en el lugar de autoridad, intercediendo por
nosotros, y «tenemos ante el Padre a un intercesor» 1 Juan 2:1. Desde el trono sigue
derramando el Espíritu Santo sobre los creyentes para ayudarnos y darnos poder. También
está esperando el tiempo cuando Dios diga que ya basta y lo envíe de nuevo victorioso
sobre todos sus enemigos Hebreos 10:13.
Pedro dijo adicionalmente las buenas nuevas de que la promesa del derramamiento del
Espíritu Santo no era simplemente para el Día de Pentecostés, sino para todos los que se
arrepientan y sean bautizados: «Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre
de Jesucristo para perdón de sus pecados—les contestó Pedro—, y recibirán el don del
Espíritu Santo. En efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los
extranjeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar»
Hechos 2:38-39.
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