Una invitación a vivir Steve Carter La comunidad cristiana se destaca por una gran tradición: invitar a los demás a seguir a Cristo.
Para ello hay que apoyarse en la propia historia de uno, superar el miedo y actuar. Las buenas noticias son para todos, siempre. Y puedes ayudar en la tarea.
Mediante el hábil uso de las Escrituras y la historia, Steve Carter propone una manera de evangelizar, no amenazante, que haga que las personas apunten a Cristo. Mucho más significativo es que Steve muestra que solo al arriesgarlo todo descubriremos cómo es Dios en realidad.
The community of Christ has a great tradition of invitation. Inviting others to faith requires leaning in to your own story, overcoming fear, and stepping out. But the good news is for everyone, always. And you can help keep it going.
Using Scripture and story, Steve Carter casts a vision for non-threatening conversations that point people to Christ. Most significantly, Steve shows that only through risking it all will we discover what God is truly like.
Prologo
Me he colado en más lugares de los que me han invitado. Cuando era joven, como muchos de mis contemporáneos, pensaba que nunca me invitarían a algunos de los lugares que tenía más curiosidad por visitar.
No dejaba que una invitación me lo impidiera, aunque tuviera que intentarlo una o dos veces. Mi curiosidad por lo que podría encontrar allí superaba los temores en cuanto a lo que podría pasar si iba. Eso ha sido un principio rector en gran parte de mi fe.
La Biblioteca del Congreso en Washington, D.C., es uno de los edificios más bellos de nuestra capital. Tiene más de dos siglos de antigüedad y, de hecho, es la institución más antigua de nuestro país. Tiene mil kiló- metros de estanterías, treinta y tres millones de libros y la mayor colección de mapas del globo.
Una de esas veces que estuve en Washington, D.C., me colé para ver qué había allí. Era tarde en la noche y un equipo de filmación estaba grabando una película. Una de las puertas estaba entre- abierta, de modo que entré.
Recuerdo que pasé la mayor parte del tiempo agachándome detrás de escritorios y montones de libros; esperando que no me atraparan. Lamentablemente, debido a que las luces estaban apagadas y a que me pasé la mayor parte del tiempo escondiéndome en el interior de la Biblioteca del Congreso, en realidad no pude ver mucho de lo que había allí.
Años después, me invitaron a un evento a puertas cerradas, exclusivo, dentro de la Biblioteca del Congreso, al que asistieron solo unas docenas de personas. No sé con certeza cómo llegué a esa lista. Lo primero que supuse fue que me habían confundido con alguien.
Cuando pasas la mayor parte de tu vida sintiendo que no te invitan a nada y finalmente recibes una invitación, no te haces muchas preguntas: simplemente vas. En esta ocasión vestía un traje en lugar de pantalones de mezclilla y llevábamos documentos redactados por nuestros Padres Fundadores en vez de linternas.
Estando en pleno evento, me paré donde una vez me había escondido; pero en esa ocasión vi cosas que no había notado cuando me colé. En esta oportunidad, las luces estaban encendidas.
Eso ayudó. Pero había algo más sucediendo dentro de mí esa noche. Me di cuenta de que la mayor diferencia no era solo que las luces del edificio estaban encendidas; era como si una luz se encendiera dentro de mí. Verás, en esta ocasión me di cuenta de que realmente había sido invitado.
Como resultado, me sentí en libertad de hablar con las personas que me rodeaban, de explorar los libros que estuve escondiendo y de apreciar toda la belleza que me rodeaba. Aun cuando ya había estado en ese lugar, me di cuenta de que todavía no lo había aprovechado del todo. Hay una gran diferencia entre ambas cosas.
Steve Carter es un guía humilde y sabio que ha escrito un magnífico libro acerca del modo de vivir su fe como si lo hubieran invitado, y sobre el riesgo de invitar a otros. Es como si hubiera encontrado el panel eléctrico principal y encendido todas las luces.
Luego halló un montón de boletos y comenzó a repartirlos entre todos los que conoce porque quiere que sepan que todos estamos invitados también. No solo compiló mucha información acerca de Jesús en estas páginas, porque sabe que la mayoría de nosotros tenemos toda la información que necesitamos.
Sin embargo, en estos capítulos nos guía tiernamente —espacio por espacio— a través de las promesas del evangelio que Dios nos susurró en el amplio trayecto del tiempo.
Este libro es una invitación a alinearse con el deseo de Dios para la humanidad. A ver y liberar el potencial redentor que hay en las personas que te rodean.
Es un recordatorio de que Jesús te abrió las puertas de par en par y que tenemos el privilegio de pararnos ante ella y recibir a otros seres queridos, vecinos, amigos y extraños.
Todos. En resumen, este libro nos recuerda la belleza y el poder de vivir como si fuéramos invitados y lo que puede suceder en la vida de las personas que nos rodean si les decimos que también están invitados.
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